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Cómo preparar el perfecto Paris-Brest y sorprender a tus seres queridos

El postre legendario Paris-Brest - un dulce tributo a la carrera ciclista y a la maestría de la repostería francesa

Cuando se menciona la repostería francesa, la mayoría de las personas piensa en macarons, mil hojas o crème brûlée. Sin embargo, entre estos icónicos postres no debe faltar uno que en la República Checa aún disfruta de una silenciosa popularidad entre los entusiastas gourmet: el Paris-Brest. Este crujiente aro cremoso de masa choux no solo es una muestra de arte repostero, sino que también tiene una sorprendente historia deportiva detrás. Y lo mejor de todo es que, con un poco de paciencia, se puede preparar en casa.

Un postre inspirado en el ciclismo

El postre Paris-Brest fue creado a finales del siglo XIX como un homenaje a la entonces popular carrera ciclista Paris–Brest–Paris, que se celebró por primera vez en 1891. Este maratón de 1200 kilómetros de París a Bretaña y de vuelta fue una de las primeras carreras de larga distancia. El pastelero francés Louis Durand de Maisons-Laffitte, que vivía cerca de la ruta de la carrera, creó en 1910 un postre con forma de rueda de bicicleta: un aro de masa choux relleno de crema de praliné de avellanas y espolvoreado con almendras tostadas.

Desde entonces, el Paris-Brest se ha convertido en un clásico de las pastelerías y panaderías francesas. No es de extrañar: combina la textura crujiente de la masa, el sabor ligeramente a nuez de la crema y la elegancia propia de la cocina francesa. Pero, ¿a qué sabe realmente un Paris-Brest?

Imagina un bocado en el que primero se escucha un suave crujido de la delgada corteza de la masa, seguido de la cremosidad aterciopelada de la dulce crema de avellanas con un tono mantecoso. Y luego ese retrogusto: una ligera amargura de las avellanas que cierra todo maravillosamente. Es una sinfonía de sabores que puede sorprender gratamente incluso a aquellos que no son fanáticos de los postres.

Receta de Paris-Brest

No es ningún secreto que preparar un Paris-Brest requiere algo de tiempo y habilidad. Pero al igual que montar en bicicleta, cuando lo aprendes, vale la pena. Si te tienta probar la receta auténtica de Paris-Brest, aquí tienes un resumen de lo que necesitarás y cómo proceder.

Ingredientes:

Para la masa choux (pâte à choux):

  • 125 ml de agua
  • 125 ml de leche
  • 100 g de mantequilla
  • una pizca de sal
  • una pizca de azúcar
  • 150 g de harina de trigo
  • 4 huevos (preferiblemente a temperatura ambiente)
  • rodajas de almendras para espolvorear

Para la crema de praliné:

  • 100 g de avellanas
  • 100 g de azúcar
  • 250 g de mantequilla (blanda)
  • 250 ml de leche
  • 3 yemas de huevo
  • 30 g de harina de trigo o almidón de maíz
  • 100 g de pasta de praliné (se puede sustituir por praliné casero)

Procedimiento:

Primero, prepara la masa choux: En una cacerola, lleva a ebullición una mezcla de agua, leche, mantequilla, sal y azúcar. Cuando comience a hervir, agrega la harina y mezcla enérgicamente hasta que la masa se despegue de las paredes del recipiente. Retira del fuego y deja enfriar durante 5 minutos. Luego, incorpora los huevos uno a uno, batiendo para que la masa quede suave y brillante.

En una bandeja con papel de hornear, dibuja un círculo (de unos 20 cm de diámetro) y con la ayuda de una manga pastelera, forma la masa en forma de corona. Espolvorea con rodajas de almendras y hornea a 180 °C durante unos 35 minutos, hasta que la corona esté dorada. Durante el horneado, no abras el horno para que la masa no se desinfle.

Para la crema, primero prepara el praliné: Tuesta las avellanas en seco, luego combínalas con azúcar caramelizado y tritúralas hasta obtener una pasta. Lleva a ebullición la leche, en otro recipiente mezcla las yemas, el almidón y un poco de azúcar. Mientras bates constantemente, vierte lentamente la leche caliente y luego regresa todo al fuego bajo hasta que espese. Incorpora la mantequilla y la pasta de praliné al crema enfriada.

Finalmente, corta la corona horneada horizontalmente por la mitad, rellena la mitad inferior con la crema y coloca la parte superior encima. Puedes decorar con azúcar glas o más nueces.

¿Suena complicado? Quizás. Pero el resultado es impresionante. El Paris-Brest no es solo un postre, es una celebración de la paciencia y de los sabores tradicionales que nunca pasan de moda.

Cuando lo clásico se encuentra con la innovación

A pesar de su larga historia, el Paris-Brest sigue cambiando y adaptándose. En las modernas pastelerías francesas hoy se encuentran nuevas interpretaciones: versiones mini, rellenas de crema de pistacho, gelatina de frambuesa o con un toque de caramelo. Famosos pasteleros parisinos como Philippe Conticini o Christophe Michalak han creado sus propias versiones, que se han convertido en un éxito viral en las redes sociales.

Al mismo tiempo, también está surgiendo una tendencia hacia versiones más "saludables". En lugar de la clásica crema de mantequilla, se utilizan alternativas vegetales, menos azúcar y harina integral. No obstante, hay que admitir: el Paris-Brest es y seguirá siendo un postre en el que el papel principal es el placer, no el valor dietético. Y está bien. Como dice el famoso chef francés Pierre Hermé: "El verdadero placer nunca es pecado, siempre que lo disfrutes de verdad."

Quizás por eso el Paris-Brest se está convirtiendo en un elemento popular en las mesas de bodas checas, vitrinas de cafeterías, o como desafío para los panaderos caseros que quieren sorprender a sus seres queridos con algo inusual.

¿Cuándo es el momento adecuado para un Paris-Brest?

El secreto de este postre radica también en su versatilidad. Es lo suficientemente festivo para una celebración de cumpleaños, pero también lo suficientemente delicado para un té de la tarde. En las familias donde se valora la cuidadosa repostería casera, el Paris-Brest puede ser un símbolo de tradición festiva que se transmite de generación en generación. Y tal vez en tu hogar se convierta precisamente en eso, lo que ha sido en Francia durante más de cien años: un símbolo de la unión de la artesanía, la pasión y la historia.

Imagina la impresión que causarás cuando, en lugar de un pastel clásico, lleves a la celebración un Paris-Brest hecho a mano. No solo deleitarás las papilas gustativas de los invitados, sino que también les ofrecerás algo que tiene una historia. Y eso es precisamente lo que a menudo falta en la cocina: historias que unen a las personas a través de la comida.

Así que, la próxima vez que alguien mencione el Paris-Brest, no solo pienses en la ciudad y la carrera. Recuerda ese crujiente aro, lleno de crema aterciopelada, que lleva en sí huellas de historia, elegancia y placer. Y tal vez, solo tal vez, te atrevas a probarlo en casa, porque algunos desafíos simplemente valen la pena.

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