
La mermelada de grosella sin semillas aporta suavidad a sus mesas.

Mermelada de grosella – un clásico que nunca decepciona
Cuando se menciona la mermelada de grosella, a la mayoría de nosotros nos viene a la mente el sabor del verano, las vacaciones en casa de la abuela o una tostada fragante para el desayuno dominical. Es uno de esos sabores que no desaparecen con las tendencias de moda ni con la llegada de ingredientes exóticos. La grosella, ya sea roja, negra o blanca, crece en muchos jardines checos y su temporada es la oportunidad ideal para conservar esta deliciosa acidez para los meses más fríos.
Pero quizás te preocupe un problema clásico: las semillas. No a todos les gusta la mermelada de grosella con su típica textura granulosa. Por eso, cada vez más se busca la mermelada de grosella sin semillas, que es suave, delicada e ideal incluso para los más pequeños. La buena noticia es que cualquiera puede prepararla, sin necesidad de químicos innecesarios o procedimientos complicados.
¿Por qué grosella?
La grosella no solo es deliciosa, sino también nutritivamente valiosa. Contiene una alta cantidad de vitamina C, antioxidantes, pectina y fibra. Especialmente la grosella negra se considera un superalimento, ya que apoya el sistema inmunológico, mejora la vista y tiene propiedades antiinflamatorias. ¿Y la grosella roja? Es la reina de las mermeladas caseras gracias a su acidez refrescante y su contenido natural de pectina, que permite gelificar sin necesidad de añadir espesantes artificiales.
Pruebe nuestros productos naturales
En la práctica, esto significa que la mermelada de grosella no solo es deliciosa, sino también una alternativa más saludable a las comunes cremas dulces.
Mermelada de grosella – receta que funciona
Existen muchas versiones para preparar mermelada de grosella casera, pero hay una receta que siempre resulta efectiva. Funciona de maravilla tanto para la variante suave sin semillas como para la versión rústica clásica.
Lo que necesitarás:
- 1 kg de grosella roja (fresca o congelada)
- aproximadamente 500–700 g de azúcar granulada (según el gusto)
- jugo de 1 limón
- agente gelificante (por ejemplo, gelificante 2:1, si deseas un proceso más rápido)
Procedimiento:
- Retira las grosellas de los tallos, lávalas y déjalas escurrir. Si optas por mermelada de grosella sin semillas, lo mejor es cocer la grosella previamente y luego pasarla por un tamiz fino o tela. Así obtendrás un jugo limpio que servirá como base para la mermelada sin semillas.
- En una olla, lleva la grosella (o el jugo de grosella) a ebullición. Añade el jugo de limón y gradualmente el azúcar. Si utilizas azúcar gelificante o pectina, sigue las instrucciones del paquete.
- Cocina durante unos 5–10 minutos, hasta que la mermelada comience a espesar. Un buen truco es hacer una prueba en un plato: coloca un poco de mermelada caliente y déjala enfriar. Si no se escurre, está lista.
- Vierte la mermelada caliente en frascos esterilizados, ciérralos inmediatamente y colócalos boca abajo. Después de unos minutos, devuelve los frascos a su posición original y déjalos enfriar.
Así obtendrás una pasta suave, dulce y ácida, que solo necesitarás guardar en la despensa y sacar cuando quieras un toque de verano sobre el pan.
Mermelada de grosella sin semillas
A muchas personas no les gusta sentir las semillas crujir entre los dientes, especialmente a los niños y los ancianos. Por eso, cada vez más reposteros caseros optan por la variante de mermelada de grosella sin semillas. Además de ser más suave y fácil de untar, tiene un aspecto más lujoso, lo que la hace ideal como relleno para tartas o pasteles de linzer.
La ventaja es que si pasas la grosella por un tamiz previamente, no necesitarás un proceso de saborización complejo: el sabor es más concentrado y no se necesita tanto azúcar. Además, la mermelada adquiere un hermoso color intenso y una consistencia sedosa.
Producción casera versus mermeladas compradas
Quizás te preguntes: "¿Por qué molestarse si puedo comprar mermelada en la tienda?" La respuesta es simple: la composición. Las mermeladas disponibles comúnmente a menudo contienen jarabe de glucosa-fructosa, aromas artificiales o conservantes. En cambio, la mermelada de grosella casera solo contiene lo que tú decides ponerle.
Además, la mermelada casera es un regalo ideal, ya sea como un pequeño obsequio durante una visita o como parte de un set de regalo navideño. Un frasco con una etiqueta escrita a mano es más valioso que muchos estantes en las tiendas.
Una de nuestras lectoras, la señora Helena de Vysočina, nos escribió: "Cada año cocino mermelada de grosella según la receta de mi abuela. Este año, por primera vez, probé la variante sin semillas, y los frascos desaparecieron antes de Navidad. Mi nieto la llama mermelada de princesa, dice que no se le pega a los dientes".
¿Qué hacer si no tienes grosellas?
Quizás no tengas arbustos propios o no hayas tenido tiempo de recoger grosellas. No importa. Muchos agricultores ofrecen puré de grosella, que ya está libre de semillas y listo para su uso. O puedes optar por fruta congelada, que mantiene su calidad durante todo el año.
En el mercado también existen productos orgánicos sin azúcar añadido, que puedes usar como base para una mermelada casera. Solo necesitas cocerla ligeramente, sazonarla y embotellarla. Para aquellos que cuidan un estilo de vida saludable, es el compromiso ideal: sabor casero sin complicaciones innecesarias.
Consejos y trucos para una mermelada perfecta
Cuando te prepares para cocinar mermelada de grosella, es bueno pensar con anticipación y elegir la olla adecuada, idealmente de acero inoxidable o con superficie esmaltada, ya que la grosella es bastante ácida y podría reaccionar al contacto con metal común, lo que afectaría negativamente el sabor y el color final. Además, si planeas hacer mermelada sin azúcar, una opción excelente si buscas una variante más saludable, puedes usar pectina natural de cáscaras de manzana o cítricos. Esto ayudará a que la mermelada espese sin necesidad de azúcar convencional.
Y si buscas una manera de hacer la mermelada más especial, intenta añadir una cucharadita de ron o una pizca de extracto de vainilla: incluso una pequeña cantidad aportará un tono completamente diferente al sabor final. Enriquecerá el aroma y la consistencia de manera maravillosa. Y si la grosella sola no es suficiente o quieres ser creativo, no dudes en mezclar un poco de frambuesas o cerezas. Así crearás un interesante dúo de frutas, que no solo tiene un color intensamente atractivo, sino también un sabor más complejo y profundo que quizá te sorprenda gratamente.
Hacer mermelada no es solo una tarea culinaria, es una experiencia que une generaciones. Muchas familias tienen su propia "receta secreta" para la mermelada de grosella, que se transmite de madre a hija, de abuela a nieta. Y así, de una fruta ordinaria se convierte en algo mucho más valioso que solo un frasco en la estantería.
En tiempos en que intentamos vivir de manera más saludable, sostenible y con respeto por el medio ambiente, la mermelada casera tiene su lugar asegurado. No es solo nostalgia, también es un retorno consciente a los valores, donde sabemos lo que comemos y de dónde proviene. Y eso, en estos días, puede ser más valioso que nunca.