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Kanelbullar como un ritual sueco no solo para los golosos

Cuando el aroma a canela invade el hogar: los kanelbullar escandinavos conquistan corazones también aquí

En un mundo donde las tendencias cambian constantemente y la gastronomía es una de las áreas donde la innovación se alterna con regresos a las raíces, cada vez más personas encuentran su camino hacia las tradiciones. Y una de las tradiciones que en los últimos años se ha ganado también los hogares checos es el rollo de canela sueco conocido como kanelbullar. Este maravilloso horneado aromático no es solo un dulce, sino también un símbolo del estilo de vida escandinavo, que combina simplicidad, lentitud y énfasis en el bienestar – es decir, el típico fika sueco, que es un momento para café y algo delicioso.

Un ritual sueco que sabe y huele bien

Cuando se menciona Suecia, la mayoría de la gente piensa en minimalismo, naturaleza e IKEA. Pero fue precisamente en IKEA donde muchos checos probaron su primer kanelbulle – un rollo de canela con cardamomo que se sirve no solo como postre, sino a menudo como parte de la pausa vespertina. En Suecia, los kanelbullar se han horneado desde principios del siglo XX y son tan populares que incluso tienen su propio día: el 4 de octubre es anualmente el Día del Rollo de Canela (Kanelbullens dag).

Esta festividad no es solo un truco de marketing, sino una celebración de la repostería casera y del tiempo compartido. En muchas familias suecas es común que los kanelbullar se horneen en casa y la receta se transmita de generación en generación. Esta tradición también se extiende más allá de las fronteras de Escandinavia, y no es de extrañar – cuando el aroma a canela y masa recién fermentada comienza a extenderse en el horno, es difícil permanecer indiferente.

Receta de Kanelbullar - tradicional, simple y con amor

Una de las cosas que hacen que los kanelbullar sean tan populares es su relativa simplicidad. No es algo excesivamente complicado, pero tampoco es un pastel completamente ordinario. El secreto radica en una buena masa, un condimento adecuado y paciencia. La receta básica de kanelbullar contiene leche, levadura, mantequilla, azúcar, harina, canela y cardamomo – ingredientes que la mayoría de la gente suele tener en casa.

En Chequia se pueden encontrar muchas variantes de la receta, desde aquellas que prefieren un enfoque más rústico, hasta versiones más sofisticadas con la adición de vainilla o crema de almendras. Sin embargo, el elemento clave siempre es la canela, preferiblemente de Ceilán por su sabor más suave, y el cardamomo verde recién molido, que le da a la masa su característico aroma escandinavo.

La preparación de la masa comienza de manera clásica - de la levadura, el azúcar y la leche tibia se hace un fermento, al que se le añade gradualmente mantequilla, harina y especias. Después de fermentar, la masa se extiende, se unta con una mezcla de mantequilla, azúcar y canela, se enrolla y se corta en rodajas. Cada rollo se deja fermentar un poco más en la bandeja para que se infle maravillosamente durante el horneado. Después de hornear, a menudo se untan con huevo batido y se espolvorean con azúcar perlado, lo que le da a la superficie un toque crujiente.

Aunque puede parecer que se trata de una masa fermentada común, son precisamente los detalles como el cardamomo en la masa y el azúcar perlado en la superficie los que hacen de los kanelbullar algo extraordinario. Según los panaderos suecos, es importante no acortar el tiempo de fermentación – es el proceso lento el que le da a la masa su suavidad y esponjosidad, que de otra manera sería difícil de lograr.

¿Por qué precisamente kanelbullar? La respuesta es sorprendentemente simple

En un tiempo donde intentamos vivir de manera más saludable, ecológica y consciente, puede sorprender a alguien por qué elegir precisamente un dulce horneado. Pero incluso aquí se aplica que no se trata de comer menos, sino de comer conscientemente y de calidad. El kanelbullar casero es un ejemplo de cómo se puede disfrutar de lo dulce sin aditivos innecesarios y productos semielaborados. Hornear en casa da control sobre lo que realmente se consume – y la posibilidad de elegir harina orgánica, azúcar de caña o alternativas vegetales a la mantequilla.

Además, los kanelbullar no son solo cuestión de sabor. Son una experiencia. Una tarde lenta, cuando uno prepara café, abre la ventana y se deja llevar por el cálido aroma del hogar. Momentos en los que se hornea con niños, que con alegría enrollan sus primeros rollos, o momentos compartidos con amigos en una misma mesa. Un ejemplo de la vida cotidiana: una madre de dos niños pequeños de Brno describe cómo el hornear kanelbullar se ha convertido en su ritual de fin de semana – "a los niños les encanta elegir la forma de su rollo y luego comerlo aún caliente con cacao. Y yo estoy feliz de que no pasemos el sábado en un centro comercial, sino en casa."

Y es aquí donde se esconde también el mensaje más profundo de los kanelbullar. No se trata solo de una receta. Se trata de un modo de vida que no es apresurado, sino consciente. Un regreso a las raíces, al compartir, a las alegrías simples.

Cuando la repostería casera se encuentra con la sostenibilidad

En los últimos años, cada vez más de nosotros reflexionamos sobre de dónde proviene nuestra comida y cuál es su impacto en el medio ambiente. Y también en el caso de los kanelbullar se puede optar por el camino de la sostenibilidad. Harina orgánica de molinos locales, canela de comercio justo, alternativas vegetales a la mantequilla, papeles de horneado ecológicos o incluso tapetes reutilizables – todas estas son pequeñas cosas que tienen significado.

El uso de ingredientes de calidad y sostenibles no solo contribuye a la protección del planeta, sino que a menudo también mejora el sabor final. Cardamomo recién molido en lugar de polvo preenvasado, o huevos orgánicos de gallinas de corral libre – la diferencia de sabor es notable.

Además, la repostería casera contribuye a reducir el desperdicio de plástico. Los productos horneados de las tiendas suelen estar empaquetados en envases no ecológicos, mientras que en casa todo se puede almacenar en bolsas de algodón o tarros de vidrio. Esta decisión no solo es ecológica, sino también estética – una cocina con el aroma de kanelbullar y un tarro de vidrio lleno de rollos de canela parece un anuncio de un estilo de vida hygge.

Una tradición – mil posibilidades

Aunque la receta sueca tradicional está firmemente arraigada, la fantasía no tiene límites. Últimamente han aparecido diferentes variaciones – con manzanas, trozos de chocolate, nueces o incluso versiones veganas sin huevos ni leche. Sorprendentemente bien funciona también la combinación de canela con cáscara de naranja, que le da a la masa un tono fresco, o la adición de azúcar de coco, que tiene un índice glucémico más bajo.

Una idea interesante es también el uso de harina de espelta, que es más nutritiva y le da a la masa un suave sabor a nuez. Para aquellos que evitan la harina de trigo, existen versiones sin gluten basadas en una mezcla de harina de arroz y almendra, aunque en este caso es necesario armarse de paciencia – la estructura de la masa suele ser más frágil.

Como dijo una panadera sueca en una entrevista para el periódico Dagens Nyheter: “Los kanelbullar no son perfectos, precisamente por eso son hermosos. Cada rollo es un poco diferente, pero todos tienen amor dentro."

Y tal vez eso es lo que hace que estos rollos de canela sean más que solo una pieza de repostería. Son un pequeño ritual que nos enseña a desacelerar, disfrutar del presente y alegrarnos con las pequeñas cosas. Así que la próxima vez que sientas antojo de algo dulce y acogedor, prueba a hornear tus propios kanelbullar. Y tal vez descubras que no solo has encontrado una nueva receta, sino también una nueva forma de percibir el mundo.

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