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Qué hacer ante una pérdida repentina del equilibrio y cómo manejarla

Cuando el cuerpo pierde estabilidad: qué puede causar una pérdida repentina de equilibrio y cómo manejarlo

El equilibrio, que la mayoría de las personas da por sentado, es el resultado de la compleja colaboración entre los órganos sensoriales, el cerebro y el aparato muscular. Cuando se interrumpe repentinamente, puede ser no solo incómodo, sino también peligroso. La pérdida repentina de equilibrio no es solo una cuestión de torpeza momentánea; a menudo señala un problema más profundo que vale la pena investigar.

Quizás ya lo hayas experimentado: caminas por la acera cuando de repente te invade una extraña sensación, como si todo estuviera girando. Das un paso en falso, tambaleas y tienes que agarrarte rápidamente a la barandilla. A veces, el culpable es simplemente el cansancio o levantarse de manera brusca, pero otras veces el cuerpo está enviando una señal de que algo está sucediendo en el sistema de equilibrio, un sistema del que dependemos desde nuestros primeros pasos.

El equilibrio como la interacción de varios sistemas

Para poder caminar, estar de pie o simplemente sentarse sin caerse constantemente, deben colaborar tres sistemas principales: el aparato vestibular en el oído interno, que percibe el movimiento de la cabeza y la posición del cuerpo respecto a la gravedad; la vista, que nos proporciona información sobre el entorno y el horizonte; y la propiocepción, es decir, la percepción de la posición y el movimiento de las diferentes partes del cuerpo. Entre todo esto, el cerebro actúa como intermediario constante, evaluando estas señales y enviando órdenes a los músculos.

Si alguno de estos componentes falla, puede ocurrir un fenómeno desagradable: la persona siente que se tambalea, sus piernas se doblan o incluso puede caer. Las causas de la pérdida repentina de equilibrio son diversas: a veces inofensivas, otras muy graves.

Los culpables más comunes de los mareos repentinos

Mientras que en personas jóvenes puede deberse a una reacción a la deshidratación, la presión arterial baja o un cambio repentino de posición, en personas mayores la pérdida de equilibrio está más frecuentemente asociada con problemas de coordinación o trastornos neurológicos. Las causas más comunes incluyen:

  • Trastornos vestibulares, como el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB), caracterizado por mareos breves al girar la cabeza
  • Presión arterial baja o hipotensión ortostática: una condición en la que la presión baja bruscamente al ponerse de pie
  • Problemas de visión o gafas mal ajustadas
  • Enfermedades neurológicas, como el Parkinson o la esclerosis múltiple
  • Neuropatía diabética, donde el daño en los nervios reduce la capacidad de percibir la posición de los pies respecto al suelo
  • Accidentes cerebrovasculares, que pueden interrumpir repentinamente el control del movimiento y el equilibrio

En algunas personas, el desencadenante puede ser también un estrés psicológico intenso. La ansiedad y los ataques de pánico a menudo se manifiestan con sensaciones de inestabilidad o "balanceo", que pueden confundirse con una pérdida física del equilibrio.

Un ejemplo es el de Jana, una maestra de 42 años, que comenzó a sentir que a veces "el mundo se balanceaba". Al principio pensó que solo estaba sobrecargada de trabajo. Sin embargo, cuando casi cayó al bajar del tranvía, decidió visitar al médico. Tras una serie de exámenes, se le diagnosticó migraña vestibular, una forma menos conocida de migraña que se manifiesta con mareos en lugar de dolor de cabeza.

Cómo fortalecer el equilibrio fuera del gimnasio

Aunque algunos estados son inevitables, en la mayoría de los casos se puede entrenar y fortalecer el sistema de equilibrio, de manera similar a los músculos. La clave es la actividad física regular, idealmente con elementos de coordinación y trabajo con el centro de gravedad, como el yoga, el tai chi o simplemente caminar por terrenos irregulares. También es importante prestar atención al calzado de calidad, especialmente en personas mayores.

En personas que pasan la mayor parte del día sentadas, se produce un debilitamiento del sistema de estabilización profundo, lo que puede llevar a una marcha insegura y un mayor riesgo de caídas. Muchos fisioterapeutas recomiendan ejercicios en una superficie blanda o en un cojín de equilibrio, que activan músculos que de otro modo permanecen inactivos.

Ejercicios simples, como estar de pie sobre una pierna con los ojos cerrados o caminar sobre una línea dibujada en el suelo, pueden mejorar significativamente el sentido del equilibrio. La clave es la regularidad y la paciencia: los resultados no se ven de la noche a la mañana, pero son duraderos y reducen significativamente el riesgo de caídas, especialmente en la vejez.

Alimentación, hidratación y estilo de vida

La falta de ciertos nutrientes también puede afectar el equilibrio, especialmente la vitamina B12 y el hierro. Son esenciales para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Especialmente los vegetarianos y veganos deben asegurarse de consumir suficientes de estos nutrientes, o complementarlos con fuentes vegetales de calidad o suplementos dietéticos.


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La hidratación también es importante, ya que la deshidratación conduce a una caída de la presión arterial y, por lo tanto, a un mayor riesgo de mareos. Durante los días calurosos o al hacer ejercicio físico, es necesario consumir más líquidos, preferiblemente agua pura o tés de hierbas sin azúcar.

Según la Organización Mundial de la Salud, las caídas son la principal causa de lesiones en personas mayores y hasta el 37% de estas caídas resultan en complicaciones de salud graves. Precisamente debido a la pérdida de equilibrio durante el movimiento normal en el hogar, se producen muchas fracturas, a menudo en situaciones que podrían haberse evitado con ajustes del entorno o del estilo de vida.

¿Qué hacer si pierdes el equilibrio repetidamente?

Es importante escuchar a tu cuerpo. Si la pérdida de equilibrio se repite, se debe tomar en serio y buscar ayuda profesional. Un médico general puede recomendar exámenes neurológicos, de ORL o internos, o fisioterapia. Un diagnóstico temprano puede prevenir complicaciones más graves.

Uno de los instrumentos que los médicos utilizan es la posturografía, un método que observa cómo reacciona el cuerpo a diferentes estímulos mientras está de pie sobre una plataforma sensitiva. El examen ayuda a determinar si el problema está en el oído interno, el cerebro, los músculos o quizás en una combinación de varios factores.

En muchos casos, no es necesario recurrir a medicamentos. A veces, un cambio en el estilo de vida, entrenamiento específico y ajustes en el entorno cotidiano pueden ser suficientes: eliminar alfombras, garantizar una iluminación adecuada o usar alfombras antideslizantes en el baño.

La pérdida de equilibrio es a menudo un síntoma que se pasa por alto, que las personas atribuyen al cansancio o a "un mal día". Pero como dice la neuróloga Dra. Hana Váchová: "Cuando el cuerpo pierde el equilibrio, no es solo un problema de las piernas. Es una cuestión de todo el sistema, que debemos tomar en serio."

Prestar atención a las señales del cuerpo, comer bien, mantenerse activo y cuidar nuestros sentidos puede ser una receta sorprendentemente simple pero efectiva para volver a sentirse firme sobre los pies.

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