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Cómo hacer babka en casa y disfrutar de su sabor único

Babka - el regreso de una receta tradicional con aroma a hogar

Algunas palabras evocan recuerdos. "Babka" es una de ellas. Para muchos, evoca el aroma de la masa dulce que sale de la cocina, los dedos infantiles manchados de chocolate y momentos de tranquilidad con una taza de cacao. La babka, un pastel dulce de chocolate o canela originario de Europa del Este, ha ganado popularidad en los últimos años, no solo como un manjar nostálgico, sino también como un postre elegante que se encuentra en cafeterías, mercados y panaderías caseras de amantes del pan de calidad.

¿Qué es realmente la "babka"?

El término "babka" en polaco y yidis significa "abuelita". Esto nos lleva al núcleo mismo: es un tradicional pan dulce leudado que recuerda a un bizcocho o a un rollo, pero con algo más en su estructura visual y sabor. Se caracteriza por una masa en capas enrollada en espiral, a menudo con un relleno rico, como chocolate, nueces o canela. La espiral es uno de los principales distintivos: la babka es deliciosa al paladar y estéticamente atractiva.

Este dulce tiene sus raíces en las comunidades judías de Europa del Este, desde donde se extendió a Israel y Estados Unidos gracias a la migración. Allí, experimentó una revitalización moderna, especialmente gracias a panaderos que adaptaron la receta clásica a los gustos contemporáneos y añadieron nuevos ingredientes, como tahini, caramelo salado o pistachos. La transición de lo tradicional a lo moderno también está ocurriendo en Europa, donde la babka se está convirtiendo no solo en una tendencia entre los panaderos, sino también en un símbolo del regreso a la simplicidad.

La babka como símbolo de la cocción lenta

En una época en que la mayoría de los postres se basan en recetas rápidas y productos semi-preparados, la babka representa un retorno a la paciencia. La preparación requiere tiempo: la masa se deja leudar, luego se extiende, se rellena meticulosamente, se enrolla y se coloca en un molde, donde vuelve a leudar. Este proceso no es un obstáculo, sino parte del encanto.

Al igual que con el pan casero, el resultado es algo más que un alimento: es un ritual. Para algunos, la babka se hornea cada domingo, en otros lugares solo en ocasiones especiales. En cualquier caso, une a las personas alrededor de la mesa. Y ahí radica su poder. No es solo un dulce; también es portadora de historias y recuerdos.

¿Recuerdas ese momento en que, de niño, esperabas frente al horno a que se horneara la babka de la abuela? La masa se inflaba, la mantequilla desprendía su aroma y mirabas impaciente, esperando que estuviera lista. Y luego ese primer trozo, todavía caliente, ligeramente crujiente en los bordes, pero tierno por dentro y tan dulce que era imposible detenerse en una sola rebanada.

Un enfoque más sostenible también en la panadería

En la actualidad, cuando se habla cada vez más de sostenibilidad, ecología y el retorno a ingredientes locales, la babka también tiene su lugar desde esta perspectiva. No requiere ingredientes exóticos: mantequilla de calidad, cacao, harina, huevos y un poco de azúcar son suficientes para crear un sabor inolvidable. Y si se utilizan ingredientes de agricultura ecológica o directamente de productores locales, la babka se acerca al ideal de la cultura "slow food".

Además, es un pan que no se desperdicia. Si queda un poco, al día siguiente sabe igual de bien, y a veces incluso mejor. Muchos afirman que la babka es como el vino: necesita tiempo para desarrollar todas sus capas de sabor. Un trozo tostado con mantequilla para el desayuno es tan delicioso como un pastel recién horneado koláč para el café.

Babka casera: regreso a la cocina

El encanto de la repostería casera radica no solo en el sabor, sino también en el proceso. Hacer una babka puede ser terapéutico: desde amasar la masa hasta el giro final en espiral. Las manos sumergidas en la masa, el aroma del chocolate, el leudado lento y la expectativa del resultado ofrecen un espacio para detenerse en un mundo acelerado.

Y más aún, la babka es sorprendentemente flexible. Además de la clásica de chocolate, se puede rellenar con:

  • Pasta de nueces de nueces o avellanas
  • Canela con azúcar moreno
  • Cáscara de naranja con cardamomo
  • Mezcla de manzana con pasas
  • Versión salada con espinacas y queso

Y es precisamente en esta diversidad donde radica su atractivo contemporáneo. Cada uno puede adaptar la babka a sus gustos, según la temporada, los sabores y los ingredientes disponibles.

La babka en la gastronomía actual

No es casualidad que la babka esté presente hoy en la oferta de muchas panaderías y bistrós modernos. Usando ingredientes de calidad, un diseño moderno y un enfoque lúdico a las recetas tradicionales, la babka llega a un nuevo público. Su apariencia es fotogénica: espirales llenas de relleno, color dorado y una superficie brillante la hacen ideal no solo para degustar sino también para compartir.

En muchas metrópolis, desde Tel Aviv hasta Copenhague, la babka se ha convertido no solo en un regreso a las raíces, sino también en un símbolo de la creatividad culinaria. ¿Y en el contexto checo? Está emergiendo poco a poco, pero con certeza. Muchas pequeñas panaderías, que se centran en la producción honesta y la repostería de calidad, la están incorporando en su oferta. En Praga, se puede encontrar babka de chocolate y canela, a veces incluso con toques checos, como con mermelada de ciruela o requesón.

Citemos las palabras del panadero británico Dan Lepard, quien escribió sobre la babka: "Hornear es una forma de decir algo sin palabras. Babka dice: te quiero, recuerdo, quiero compartir". Y compartir está en el corazón de este dulce. Se comparte no solo en la mesa, sino también como receta, recuerdo y tradición.

Aunque pueda parecer que en la época de los superalimentos y los postres raw la babka es un paso atrás, lo cierto es que es lo contrario. Es un paso hacia las raíces, hacia un sabor sincero, hacia el verdadero placer.

Cuando alguien decide dedicar la mañana del sábado a hornear una babka, no es solo por el postre. Es por la voluntad de ralentizar, crear y ofrecer algo desde el corazón. Ya sea que la hornees para la familia, amigos o solo para ti mismo, el resultado siempre es más que un pan dulce. Es una historia. Y esa huele a chocolate.

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