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Cómo la sensación de embriaguez sin alcohol se relaciona con la psicología y el cuerpo

Cuando el mundo gira sin una copa - sensación de embriaguez sin alcohol

Todos lo conocemos: después de algunas copas de vino o una jarra de cerveza, nuestras lenguas se desatan, el mundo parece ser más cálido y el ánimo se eleva. Pero, ¿puede alguien experimentar un estado similar sin una gota de alcohol? La sensación de embriaguez sin alcohol es sorprendentemente más común de lo que podría parecer y puede tener una serie de causas, desde las inocuas hasta las que merecen una atención más profunda. En este artículo veremos por qué alguien puede sentirse "mareado" aunque no haya tocado el alcohol y cómo lidiar con este fenómeno.

¿Qué significa exactamente la sensación de embriaguez sin alcohol?

Imagina que estás sobrio, pero aun así experimentas síntomas típicos de una embriaguez leve a moderada: coordinación deteriorada, visión borrosa, cambios de humor o "cabeza ligera". En algunos casos, puede tratarse de euforia, en otros más bien de desorientación y fatiga. Las personas describen este estado de diferentes maneras: unos como una "flotación placentera" y otros más como una "niebla en la cabeza" que causa confusión.

Las causas de tales estados pueden ser variadas: desde físicas a psicológicas e incluso ambientales. A veces es un estado temporal provocado, por ejemplo, por un cambio de entorno, mientras que en otras ocasiones puede ser una señal de advertencia de que el cuerpo está pidiendo ayuda.

Posibles causas de un estado similar a la embriaguez

No todas las razones son patológicas de inmediato. A veces se trata de reacciones naturales del cuerpo a diversos estímulos. Por ejemplo, emociones intensas, fatiga o hambre pueden desencadenar en el cuerpo reacciones químicas similares a las del alcohol. Sumando a esto la sensibilidad individual del sistema nervioso, no es sorprendente que algunas personas sean más susceptibles a estos estados que otras.

Desencadenantes fisiológicos pueden incluir:

  • Falta de sueño – el cerebro carece de energía y algunas de sus partes comienzan a "apagarse", lo que puede parecerse al efecto del alcohol.
  • Bajo nivel de azúcar en sangre (hipoglucemia) – causa debilidad, temblores, confusión y percepción deteriorada.
  • Deshidratación – especialmente en calor o después del ejercicio, puede llevar a mareos y reacciones lentas.
  • Sobrecarga sensorial – por ejemplo, al viajar, en espacios abarrotados o bajo estrés intenso.

Un grupo especial son los trastornos neurológicos y psicológicos, que pueden inducir estados similares a la embriaguez. Por ejemplo, los trastornos de ansiedad, ataques de pánico o disociación pueden provocar percepciones que uno asocia con la embriaguez, aunque se trate de una reacción puramente emocional. También, la laberintitis u otros trastornos del oído interno que afectan el equilibrio a menudo se manifiestan como "mareos" e inestabilidad, lo que recuerda los efectos del alcohol.

Fermentación en el cuerpo

Uno de los fenómenos más interesantes y al mismo tiempo poco conocidos es el síndrome de la cervecería automática. Este raro estado hace que en el cuerpo (específicamente en los intestinos) se forme alcohol a través de la fermentación de carbohidratos. El culpable es la proliferación de levaduras, como el género Candida, que convierte los azúcares en etanol. Para los afectados, esto significa que incluso después de una comida ordinaria pueden experimentar síntomas de embriaguez sin haber consumido alcohol conscientemente.

Un caso de Japón, donde a un hombre se le detectó alcohol en la sangre aunque afirmaba no haber bebido, llamó la atención de la comunidad médica. Después de una serie de pruebas, se descubrió que sus intestinos realmente producían alcohol. Este estado es extremadamente raro, pero muestra lo ingenioso y complicado que es nuestro organismo.

¿Es culpa de la psique?

Nuestra mente tiene una enorme capacidad para influir en las sensaciones corporales. El efecto placebo es un término conocido, pero ¿qué tal el "efecto placebo embriagador"? Existen casos donde las personas creían haber bebido una bebida alcohólica, aunque era sin alcohol. Sin embargo, experimentaron cambios de comportamiento, relajación y, a veces, incluso pérdida de inhibiciones. El cerebro reacciona a las expectativas, y si espera estar "ebrio", puede activar procesos similares, aunque no haya llegado físicamente ningún alcohol al cuerpo.

Del mismo modo, las manifestaciones psicosomáticas de algunos traumas o situaciones de estrés pueden llevar a una desconexión de la realidad, pensamientos confusos o temblores.

En la práctica terapéutica es conocido el fenómeno de la disociación, un estado en el que la persona no está completamente presente en su cuerpo. A veces se describe como "estaba como embriagado". En estos casos es importante buscar causas más profundas y, idealmente, acudir a ayuda profesional.

Caminos alternativos a la euforia

Es interesante que los estados no alcohólicos de ligera euforia se pueden alcanzar conscientemente y de manera saludable. Por ejemplo, ejercicios de respiración, meditación, baile o escuchar música pueden desencadenar la liberación de endorfinas y estados alterados de conciencia en el cuerpo. Estas técnicas son comúnmente utilizadas, por ejemplo, en terapias o en la práctica de los llamados coaches somáticos.

Un ejemplo típico es el método Wim Hof, que combina técnicas de respiración y exposición al frío. Algunas personas describen después de estos ejercicios una "extraña embriaguez", donde el cuerpo vibra y la mente está ligera, similar a una ligera embriaguez pero sin efectos negativos.

A través de los ojos de la vida cotidiana

Anna, de 32 años, vive en Praga y trabaja como diseñadora gráfica. Nunca ha sido una "bebedora", el alcohol no le sentaba bien. Sin embargo, describió una experiencia cuando, después de un día agotador y casi sin comer, experimentó un estado que describiría como una ligera embriaguez. "Me mareaba, me reía de cada chiste y me sentía como si hubiera bebido dos copas de vino. Y solo había tomado té verde". Más tarde descubrió que se trataba de una combinación de bajo nivel de azúcar y fatiga. Comenzó a prestar más atención a su cuerpo, su dieta y bienestar psicológico, y los estados desaparecieron.

Hay más historias como esta. Y muestran que escuchar al cuerpo es la clave para entender estas peculiaridades.

Cuando es necesario estar alerta

La sensación de embriaguez sin causa puede ser inofensiva, pero si se repite o se acompaña de otros síntomas (como alteraciones del equilibrio, del habla, de la visión, de la memoria o cambios de personalidad), es recomendable acudir al médico. Es necesario descartar enfermedades neurológicas, trastornos metabólicos o trastornos psicológicos. Un diagnóstico temprano puede ser de gran ayuda y también evitar sufrimientos innecesarios.

En algunos casos, puede ser una reacción a sustancias contenidas en alimentos o suplementos. Por ejemplo, algunas hierbas o hongos (como reishi o kava kava) tienen efectos ligeramente psicoactivos y, en personas con mayor sensibilidad, pueden causar cambios en la percepción. Lo mismo ocurre con los adaptógenos, que afectan el sistema nervioso y pueden inducir un estado de ligera euforia.

¿Y qué dice la ciencia? Los neurocientíficos confirman que el cerebro es extremadamente plástico y que puede verse influido por una variedad de factores, tanto químicos, sensoriales como emocionales. Como dice el profesor Andrew Huberman de Stanford: “El cerebro es un intérprete. Si recibe entradas inusuales, creará una realidad correspondiente."

Así que, ya sea que alguna vez te tome por sorpresa una ligera "embriaguez" sin una gota de alcohol, o simplemente te fascinen los recovecos de la psique humana, una cosa es segura: el cuerpo y la mente están en constante comunicación, y lo que parece una coincidencia puede ser solo una señal de que algo necesita tu atención.

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