
Cómo hacer croissants de San Martín con un delicioso relleno

Croissants de San Martín - una tradición que huele a vainilla y canela
Noviembre es un mes de calma, de mañanas brumosas y las primeras señales frías del invierno. En el calendario, el 11 de noviembre aparece discretamente: la festividad de San Martín. Mientras que muchos lo asocian principalmente con el legendario vino de San Martín y el ganso asado, existe otra tradición aromática que ha vuelto a ganar su lugar en la mesa festiva en los últimos años: los croissants fermentados de San Martín.
Su historia es sencilla pero hermosa. Según la tradición, simbolizan las herraduras de San Martín, quien en su caballo blanco trae el comienzo del invierno. En el pasado, las amas de casa los horneaban para los mozos y criadas como agradecimiento por el trabajo de todo el año. Hoy en día, los croissants de San Martín de masa fermentada son un dulce popular que une a generaciones: las abuelas los hornean según viejas recetas, los padres los prueban con sus hijos y los bloggers de comida comparten sus variaciones modernas en las redes sociales.
Los croissants tienen su encanto no solo en el sabor, sino también en su preparación. La masa fermentada con su característico aroma a mantequilla, el delicioso relleno de nueces o semillas de amapola y el olor a vainilla que sale del horno, es una experiencia que deleita todos los sentidos.
¿Qué hace a un buen croissant de San Martín?
La base es, por supuesto, la masa fermentada, que es suave, delicada y tiene un ligero sabor a mantequilla. No puede prescindir de ingredientes de calidad: harina blanca, levadura fresca, mantequilla, leche y un poco de azúcar. La masa debe reposar al menos una hora para ganar volumen y la estructura adecuada. Muchas recetas también añaden yema de huevo o crema agria, que enriquecen la masa.
El relleno es otro elemento clave. Tradicionalmente, los croissants se rellenan con nueces molidas, semillas de amapola o mermelada de ciruela. Cada hogar tiene su forma favorita. El relleno de nueces suele mezclarse con azúcar, leche y a veces ron o cáscara de limón. El de semillas de amapola a menudo lleva un toque de canela. También se encuentran rellenos de mermelada de ciruela, que aportan un sabor agradablemente ácido y contrastan maravillosamente con la masa.
Los croissants se moldean en forma de herradura, lo cual no es casualidad. Simbolizan el caballo de San Martín, quien según la leyenda llegó en un corcel blanco y trajo la primera nieve. Después de hornearlos, los croissants aún calientes se envuelven en azúcar de vainilla, que cruje maravillosamente en ellos y les da un aroma característico. Algunos también los untan con huevo antes de hornearlos para que tengan una corteza dorada, lo cual es cuestión de tradición y costumbre.
Croissants fermentados de San Martín - una receta que se hereda
El sabor de los croissants permanece en la memoria, al igual que la atmósfera cuando toda la cocina se transforma en un taller perfumado. La receta casera de croissants de San Martín de masa fermentada no es complicada, pero requiere paciencia y amor por la repostería. Eso es precisamente lo hermoso de ella. Si buscas inspiración para comenzar, la siguiente receta es una de las más populares y ha sido probada en muchas cocinas checas.
Receta de croissants de San Martín de masa fermentada:
Para la masa:
- 500 g de harina blanca
- 250 ml de leche tibia
- 80 g de azúcar
- 100 g de mantequilla derretida
- 1 cubo de levadura (42 g)
- 1 yema de huevo
- una pizca de sal
- cáscara de limón o azúcar de vainilla para dar sabor
Para el relleno:
- 200 g de nueces molidas o semillas de amapola
- 100 ml de leche
- azúcar al gusto
- una pizca de canela, o una cucharada de ron
Para finalizar:
- huevo para untar
- azúcar de vainilla para envolver
El proceso es sencillo: primero se prepara la levadura con levadura, azúcar y parte de la leche. Una vez que sube, se mezcla con los demás ingredientes y se amasa hasta obtener una masa suave. Después de leudar, la masa se divide en bolitas más pequeñas, que se extienden en un círculo y se cortan como una pizza. Se coloca el relleno en cada triángulo y se enrolla en forma de croissant. Se hornean durante unos 15-20 minutos a 180 °C hasta que estén dorados.
Esta es una de esas recetas que permanecen en la memoria familiar. La abuela tal vez añadía un poco de miel al relleno, la madre un poco más de mantequilla. Cada detalle tiene su historia.
Hornear como un ritual de lentitud
En la época actual de prisas, puede parecer que preparar masa fermentada es un lujo innecesario. Después de todo, hay tantas recetas rápidas, semielaborados y dulces al alcance. Pero es precisamente encontrar tiempo, preparar la masa, dejarla fermentar y luego enrollar pacientemente los croissants, lo que es lo más hermoso. Es un regreso a la lentitud, al oficio y a la alegría de crear.
Además, como dice la conocida blogger de comida y autora de libros de cocina Karolína Fourová:
"Hornear es una manera de dar al hogar fragancia y corazón."
Esto es doblemente cierto cuando toda la familia se involucra en el horneado. Los niños pueden ayudar a moldear, espolvorear azúcar o simplemente observar cómo crece la masa. Así aprenden paciencia, la percepción del tiempo y el sentido de la tradición.
Un hogar sostenible, una tradición sostenible
Es interesante que hornear en casa sea también una forma de vivir de manera más sostenible. Los croissants de masa fermentada caseros no contienen conservantes, saborizantes artificiales ni envases innecesarios. Además, los ingredientes se pueden elegir con conciencia ecológica: harina de molinos regionales, huevos de criaderos sin jaula, mantequilla del mercado de agricultores. Incluso las nueces se pueden obtener localmente, tal vez de un conocido o del propio jardín.
Y si sucede que queda algún croissant, lo cual es raro, se conserva bien y al día siguiente sabe quizás aún mejor. Además, se pueden congelar sin problemas.
Cuando la tradición recibe un nuevo enfoque
Aunque las recetas clásicas tienen su encanto, la cocina moderna no teme experimentar. Algunas recetas añaden harina de espelta o azúcar de coco a la masa. También aparecen versiones sin lactosa, donde la mantequilla se reemplaza por grasas vegetales, o versiones veganas sin huevos ni leche. Sorprendentemente, saben muy bien y agradan incluso a aquellos con hábitos alimenticios específicos.
También son populares las versiones llamadas "fit": menos azúcar, más fibra, o tal vez rellenas de mermelada casera sin azúcar añadido. Todas estas variantes demuestran que la receta de croissants fermentados de San Martín está viva y es adaptable. La tradición no necesita conservarse para sobrevivir, solo necesita desarrollarse naturalmente.
Un pequeño ritual con gran corazón
Quizás por eso los croissants de San Martín de masa fermentada son tan populares. No se trata solo del sabor, sino de todo el contexto: los recuerdos, el compartir y la alegría de las cosas simples. Hornear croissants puede convertirse en un ritual familiar anual, al igual que decorar el árbol de Navidad o pintar huevos de Pascua.
¿Y qué más? Ese momento en que los croissants se sacan del horno, se espolvorean ligeramente con azúcar y se sirven aún tibios en la mesa festiva, es un instante en el que el tiempo se detiene. Y es precisamente en ese silencioso momento en el que nacen recuerdos que perduran más de una temporada.