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Sopas húngaras - el corazón de la cocina húngara en un solo plato

La cocina húngara es famosa por su sabor distintivo, su consistencia y su amor por los platos condimentados y sustanciosos. Cuando se menciona Hungría, la mayoría de la gente piensa principalmente en el gulash. Pero precisamente las sopas juegan un papel excepcional en la dieta húngara, muchas veces alcanzando el estatus de plato principal. Mientras que en nuestro país la sopa suele ser solo un aperitivo, en Hungría se convierte en una comida completa.

Desde la sustanciosa sopa de frijoles con ahumado, pasando por la famosa sopa de gulash, hasta el picante halászlé de pescado, cada una de estas sopas tradicionales lleva la impronta de la historia regional, los ingredientes de temporada y el calor del hogar. No es de extrañar que precisamente las sopas húngaras estén ganando popularidad incluso más allá de sus fronteras, incluidas las casas checas.

Sopa de frijoles con ahumado - plato tradicional para días fríos

La sopa húngara de frijoles con ahumado es el arquetipo de la cocina casera y sustanciosa. Conocida en húngaro como "Jókai bableves", lleva el nombre del famoso escritor Mór Jókai, quien supuestamente la apreciaba mucho. Su base son grandes frijoles blancos, carne ahumada (a menudo codillo de cerdo o salchicha), verduras de raíz y un condimento distintivo: por supuesto, no puede faltar la base de pimentón.

La magia de esta sopa radica en la cocción lenta, que permite que todos los sabores se mezclen y destaquen. El resultado es una sopa espesa, cremosa y fragante que no solo sacia, sino que también calienta. En algunas variantes se añaden pequeñas bolitas de huevo y harina, que suavizan aún más el plato.

En los hogares húngaros, es un almuerzo común que a menudo se sirve solo con una rebanada de pan fresco. En el entorno checo puede recordar algo entre nuestra clásica sopa de frijoles y la sopa de lentejas, aunque con énfasis en el sabor ahumado y el pimentón dulce. En invierno no hay mejor receta para calentarse y, al mismo tiempo, mantenerse fiel a ingredientes naturales y sencillos.

Sopa de gulash - tesoro nacional en forma líquida

La sopa húngara de gulash (gulyásleves) a menudo da la impresión de ser un gulash aguado. Sin embargo, en realidad, solo comparte con el gulash clásico los condimentos e ingredientes básicos. Es un plato independiente que tiene una larga tradición entre los pastores (gulyási), de donde también proviene su nombre.

La sopa se cocina con carne de res, cebolla, pimientos, papas y, a veces, verduras de raíz. La diferencia clave entre el gulash seco y esta sopa radica en que contiene considerablemente más caldo, lo que crea un plato que es sustancioso pero al mismo tiempo refrescante. La receta clásica no utiliza harina ni otros espesantes: el sabor se concentra con la cocción lenta y la elección de carne de calidad.

La sopa de gulash se sirve a menudo en diversas celebraciones o mercados y en las partes más frías del año sirve como una cena rápida y sustanciosa. En muchas familias húngaras, cada generación tiene su propia versión: algunos añaden ajo, otros pimentón picante, y algunos incluso un poco de mejorana.

Una de las ventajas de esta sopa es que también se puede preparar en un caldero sobre el fuego. Así es como se cocina en el campo húngaro: en la naturaleza, con amigos, y siempre con énfasis en la calidad de los ingredientes. Como dice un conocido proverbio húngaro: "Sin cebolla y pimentón no hay verdadero gulash".

Halászlé - sopa de pescado que tiene el alma del Danubio

Probablemente la sopa más arraigada regionalmente en Hungría es la sopa de pescado húngara, conocida como halászlé. Su origen puede rastrearse hasta las comunidades de pescadores a lo largo del Danubio y el Tisza, donde se cocinaba justo después de la captura con pescado fresco. Se utiliza comúnmente carpa, pero también lucioperca o siluro.

El halászlé es conocido por su color rojo intenso, resultado del uso de una gran cantidad de pimentón dulce y picante molido. La base es un caldo de pescado hecho con cabezas y espinas, que luego se cuela y en el caldo limpio se cocinan filetes y, a veces, rodajas de pimientos y tomates.

El sabor de esta sopa es intenso, lleno y ligeramente picante, apreciado especialmente por los amantes del pescado y los platos más picantes. En Hungría, el halászlé está tradicionalmente asociado con la Navidad: la carpa de la sopa de pescado suele ser el plato principal de la cena de Nochebuena. Pero incluso fuera de las festividades es un plato popular, especialmente en reuniones familiares o celebraciones.

La preparación del halászlé no es complicada, pero requiere paciencia y respeto por los ingredientes. En Hungría a menudo se cocina en un gran caldero al aire libre, donde los aromas se esparcen por todo el entorno y atraen no solo a los vecinos sino también a los transeúntes.

Sopa de callos al estilo húngaro - para los valientes y los gourmets

La sopa de callos húngara (pacalleves) es quizás el plato más controvertido de toda la oferta de sopas tradicionales. Aunque la palabra "callos" provoca temores o incluso repulsión en muchos, en Hungría tienen una tradición firme, similar a la nuestra.

A diferencia de la sopa de callos checa, que suele estar espesada con harina y sazonada con mejorana, la húngara es más condimentada, más picante y a menudo más roja gracias al pimentón. Los callos se cocinan hasta quedar tiernos y se sirven en un caldo fuerte junto con papas o pan. Algunas versiones contienen incluso un agregado de embutido, lo que le da otra capa de sabor a la sopa.

Es interesante que la sopa de callos húngara también es popular como "cura" después de una noche de fiesta. Gracias a su alto contenido de proteínas, colágeno y sabor picante, dicen que "devuelve la vida" no solo al cuerpo, sino también al alma. A pesar de su reputación desafiante, esta sopa sigue encontrando nuevos adeptos, y no solo en Hungría.

Sopas como reflejo de la vida húngara

Todas estas sopas tradicionales húngaras tienen algo en común: reflejan el ritmo de la vida cotidiana, la estacionalidad y la disponibilidad de ingredientes. Las casas rurales siempre han cocinado con lo que tenían a mano: frijoles, papas, un trozo de ahumado, pescado del río o carne de res del pastizal. El resultado son platos simples pero ricos en sabor y profundamente satisfactorios.

En la actualidad, cuando la sociedad redescubre el encanto de la cocción lenta, el regreso a las recetas tradicionales y el énfasis en la calidad de los ingredientes, las sopas húngaras merecen atención. No solo como un plato exótico, sino como una inspiración para cocinar de forma honesta, saludable y con respeto por la naturaleza.

Ir a un auténtico restaurante húngaro o preparar su propia versión en casa es hoy más fácil que nunca. La verdura orgánica de calidad y los condimentos se pueden conseguir fácilmente, y si uno se toma un poco de tiempo, puede encontrarse directamente en la cocina de una abuela húngara, solo a unos pasos de su propia estufa.

Y ahí es donde reside el encanto: en una sopa que no es solo comida, sino también una historia.

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